Resumen C: Calidad del aire: avances y mejores prácticas

Nuevas oportunidades ante un desafío sistémico

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Relevancia

La pérdida de calidad del aire derivada de la contaminación atmosférica es uno de los principales problemas de salud pública en Europa y España. La evidencia científica pone de relieve graves impactos sobre la salud humana, el medio ambiente y la economía que afectan de forma desigual a la población. Esta se muestra mayoritariamente preocupada ante la amenaza y, además, en muchos casos dispone de opciones limitadas para autoprotegerse. En las últimas décadas se ha consolidado un amplio marco de políticas públicas a nivel nacional y europeo que persiguen reducir la contaminación atmosférica y sus efectos adversos. Se trata de una herramienta útil, como refleja la mejora progresiva de la calidad del aire en España y el resto de los países comunitarios, pero en base a los datos disponibles, insuficiente. Así lo señala la Unión Europea que trabaja actualmente en la adecuación y mejora del marco regulatorio. 

Este informe ofrece una visión general sobre el estado, impacto y principales desafíos entorno a la calidad del aire ambiente en el marco español y repasa las principales estrategias de mitigación que pueden articular una mejora de esta problemática en las diversas áreas que marcan la amplia interseccionalidad del desafío.

La calidad del aire

Los contaminantes que determinan la calidad del aire están definidos legalmente. Estos o sus precursores son emitidos a partir de actividades cotidianas. Destacan entre otras fuentes el tráfico rodado y transporte, el sector residencial, comercial e institucional, el energético, la actividad industrial y agropecuaria o la gestión de residuos. 

De entre los múltiples contaminantes que definen la calidad del aire, las partículas en suspensión finas, seguidas del dióxido de nitrógeno y el ozono son los que causan más efectos adversos sobre la salud humana. A nivel nacional, y de forma comparable en otros países europeos, acortan la esperanza de vida ya que son responsables de unas 17.000, 4.800 y 2.400 muertes prematuras al año, respectivamente, y aumentan la morbilidad ya que provocan cáncer y agravan o causan otras muchas enfermedades. Los daños son sufridos principalmente por menores, personas mayores, y las personas con peor estatus socioeconómico, acentuando la desigualdad social. La mala calidad del aire supone también la pérdida de biodiversidad dado el carácter fitotóxico y la capacidad para alterar los ecosistemas que tienen los contaminantes, por ejemplo, mediante procesos como la eutrofización. En este sentido, destacan especialmente los óxidos de nitrógeno y azufre, el amoniaco y el ozono. Su impacto económico se estima entre 40.000 y 50.000 millones de euros para 2030, si bien existen muchas limitaciones y dificultades en la cuantificación de estas cifras.


La gestión de la calidad del aire se apoya en un marco regulatorio que define las condiciones legalmente aceptables y objetivos a largo plazo y un sistema de vigilancia para monitorizar su estado y evolución y poder evaluar los riesgos y el grado de cumplimiento. El marco legislativo determina la presencia o niveles aceptables de cada contaminante en el aire. Por otro lado, establece reducciones progresivas para sus emisiones hasta 2030. Para abordar estos techos de emisiones, se apoya en políticas estratégicas que definen las acciones para alcanzar los objetivos de reducción establecidos en cada sector, desde el tráfico rodado y el transporte o el sector residencial, comercial e institucional hasta el sector energético, industrial y el agrícola, entre otros. Respecto a la vigilancia, existe para ello un conjunto de redes que monitorizan la presencia de los contaminantes mediante diversos tipos de mediciones y que también se apoyan en el uso de modelos de calidad del aire, lo que permite además la prospección. La red española cumple con los requisitos de las Directivas Comunitarias y se adecuan a los estándares de calidad internacionales.

Aunque los mayores desafíos se centran en las ciudades, se trata de una cuestión que tiene implicaciones en todos los niveles de gobernanza (local, regional, nacional e internacional). Además, la calidad del aire se vincula con otros retos de gran calado social como la cuestión climática, con la que está fuertemente interrelacionada, la salud pública o la justicia social y la economía.

En el foco

Dada su transversalidad, la comunidad experta destaca la necesidad de un enfoque sistémico en la gestión de la calidad del aire para reforzar aquellas estrategias que integren de forma coordinada las actuaciones en todos los niveles de gobernanza y acentúen las medidas que generen cobeneficios en todos los retos y sectores involucrados. La investigación es esencial para identificar y desarrollar este tipo de enfoques. 

En España, como en otros países de su entorno, se han producido incumplimientos puntuales con los límites en aire de dióxido de nitrógeno y partículas en la última década, y de forma mucho más generalizada, para el ozono. Este contaminante supone un desafío clave en el contexto español. Las previsiones en base a medidas concretas planteadas desde la Administración General del Estado prevén una mejora generalizada de la situación para 2030, si bien algunos problemas prevalecen. La situación general es menos favorable si se compara la situación actual o prevista con los estándares para la protección de la salud establecidos por la OMS, marcadamente más estrictos que los niveles fijados por la normativa actual. Una gran parte del territorio español y europeo sobrepasa esos umbrales seguros para alguno o varios de los contaminantes. 

Horizonte

Existen aspectos técnicos y regulatorios que pueden rediseñar la gestión de la calidad del aire en el medio plazo, así como avances en el desarrollo de estrategias de mitigación que pueden incorporarse en el marco de las políticas públicas.  

La vigilancia puede reforzarse, entre otras formas, ampliando el alcance espacial, incorporando la medida de contaminantes de interés y preocupación creciente, aplicando nuevos desarrollos en medición, modelización y tecnología satelital, o complementarse atendiendo a nuevas prestaciones y avances en los tipos de sensores disponibles. A su vez, el incremento del grado de protección puede apoyarse en medidas estructurales y de contingencia para minimizar el impacto de los episodios de alta contaminación, cada vez más comunes en España, en la comunicación efectiva sobre la materia y los riesgos asociados y de forma más generalizada, en la modificación de los umbrales de contaminación aceptados. La nueva directiva europea de calidad del aire, actualmente en trámite para su aprobación, aborda buena parte de estas cuestiones. Persigue aumentar la protección de la salud pública, reforzar la vigilancia, mejorar el acceso ciudadano a la justicia para promover el derecho a un aire limpio y multiplicar el potencial de los mecanismos de información ciudadana. Un aspecto clave, y de gran complejidad dado el importante desafío que supone su consecución, es la propuesta de limitar la presencia tolerable de contaminantes en aire elevando su exigencia para acercarse o equiparar, aún por definir, los niveles máximos permitidos con los propuestos por la OMS. 

Para ello, la comunidad experta señala que es necesario combinar medidas de carácter tecnológico, centradas mayormente en la reducción de emisiones de una actividad, con otras de cambio social, asociadas a la reducción de la incidencia de la actividad contaminante. Supondrían, a modo de ejemplo, plantear medidas técnicas que reduzcan la emisión de los vehículos que se fabrican, por un lado, y planes de movilidad u otros que contribuyan a reducir el uso del coche por otro. 

El informe recoge las principales intervenciones en sectores clave, destacando: 

  • Tráfico rodado: el objetivo general es la reducción del número de vehículos y de las emisiones de los que sigan circulando. Se apoya en el cambio modal, el transporte público y el activo como opciones preferidas, la aplicación de zonas restringidas para el acceso de los vehículos, la implantación de alternativas tecnológicas para reducir emisiones, como complementar el parque con vehículos bajos en emisiones, el rediseño del reparto de mercancías y el rediseño del espacio urbano, actuando sobre la movilidad o la presencia de espacios verdes. 
  • Sector doméstico y residencial: se centra en medidas orientadas al aumento de la eficiencia energética y el uso de sistemas calefactores y combustibles adecuados en el sector.
  • Industria: a pesar de una mejora generalizada en las emisiones del sector persisten algunos problemas de alcance regional y aún hay margen de mejora. 
  • Sector agropecuario: las acciones de mitigación se centran en las emisiones de amoniaco asociadas a los purines y las de partículas y otros contaminantes asociados a la quema de los residuos agrícolas.

Las mejores prácticas para la mejora de la calidad del aire están siempre condicionadas a un adecuado diagnóstico sobre las causas del problema y la potencial eficacia de las medidas a aplicar, para actuar así de forma efectiva en los principales sectores responsables. Además, es esencial atender a la dimensión ciudadana: su información, percepción y comportamiento son clave. Existen estrategias de comunicación efectivas que puede favorecer la autoprotección y reducción de emisiones por parte de la ciudadanía a la vez que refuerzan el compromiso y colaboración de la población en el desarrollo y concreción de las políticas públicas.

Ideas fuerza

La contaminación del aire causa problemas de salud pública, medio ambientales, desigualdad y constriñe la economía en todo el mundo. En España, sólo tres de los múltiples contaminantes que definen la calidad del aire, el material particulado fino, el dióxido de nitrógeno y el ozono, causan unas 17.000, 4.800 y 2.400 muertes prematuras al año. A nivel medioambiental, la mala calidad del aire provoca pérdida de biodiversidad y baja productividad agrícola. Su impacto económico se estima entre 30.000 y 50.000 millones de euros para 2030. 

La calidad del aire ha mejorado en Europa y España gracias a las políticas públicas aplicadas. Sin embargo, la comunidad experta señala que el avance es insuficiente:

La presencia de partículas, seguidas por el dióxido de nitrógeno y en último lugar el ozono son los responsables de los principales efectos negativos sobre la salud.

Los altos niveles de ozono suponen un desafío clave en el contexto español. 

Buena parte del territorio español y de la Unión Europea supera ampliamente los niveles de contaminación del aire recomendados por la Organización Mundial de la Salud, más estrictos que la actual normativa (que también se incumple en algunos parámetros).

España cuenta con una red de vigilancia de calidad del aire, que cumple con los requisitos de las Directivas Comunitarias, y es adecuada a los estándares internacionales. Igualmente, existen avances científicos y mejoras técnicas que pueden ser de interés para reforzar las tareas de vigilancia y protección.

Las intervenciones para la mejora de la calidad del aire giran en torno a diversos sectores responsables de las emisiones contaminantes: 

Destacan las intervenciones para reducir las emisiones derivadas del tráfico, del sector residencial, comercial e institucional, del industrial y el agrícola.  

Existen medidas tecnológicas que pueden ayudar a mejorar el problema en todos los sectores, pero son insuficientes por sí solas.

Son necesarias intervenciones sociales orientadas a rediseñar el espacio urbano y el papel ciudadano. 

Una comunicación efectiva entre los distintos actores puede favorecer el compromiso y colaboración de la ciudadanía en el desarrollo y concreción de las políticas públicas. 

La calidad del aire y la cuestión climática están fuertemente interrelacionadas, por lo que requieren de políticas integradas. La investigación es esencial para desarrollar medidas de mitigación que generen cobeneficios en ambas áreas y en el resto (salud, justicia social o economía). 

La revisión de la actual directiva europea se orienta a aumentar la protección de la salud pública, reforzar la vigilancia, mejorar el acceso a la justicia para promover el derecho a un aire limpio y multiplicar el potencial de los mecanismos de información ciudadana. 

Personal experto, científico e investigador consultado*

  • Borge, Rafael. Catedrático, Universidad Politécnica de Madrid, España. Investigador visintante en la Harvard T.H. Chan School of Public Health, Estados Unidos.
  • Castell, Nuria. Científica titular, The Climate and Environmental Research Institute NILU, Noruega.Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).
  • de la Rosa Díaz, Jesús. Catedrático de la Universidad de Huelva. Coordinador de la Subárea de Clima y Atmósfera de la Agencia Estatal de Investigación (AEI).
  • de Nazelle, Audrey. Profesora titular, Centre for Environmental Policy. Co-chair , International Society for Environmental Epidemiology. Reino Unido.
  • Díaz Jiménez, Julio. Profesor de Investigación del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII). Codirector de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano del ISCIII.
  • García Dos Santos-Alves, Saúl. Jefe de Área, Laboratorio Nacional de Referencia para la Calidad del Aire. Centro Nacional de Sanidad Ambiental Instituto de Salud Carlos III.
  • García Gómez, Héctor. Post-doc, Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas.
  • García Vivanco, Marta. Jefe de la Unidad de Modelización Atmosférica. Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas. 
  • González Ortiz, Alberto. Experto en calidad del aire. European Environment Agency (Agencia Europea de Medio Ambiente), Dinamarca.
  • Linares Gil, Cristina. Científico titular, Instituto de Salud Carlos III, España. Asesora para Organización Mundial de la Salud y Naciones Unidas, Suiza.
  • López Aparicio, Susana. Científico titular, The Climate and Environmental Research Institute NILU, Noruega.
  • Lumbreras Martín, Julio. Profesor titular, Universidad Politécnica de Madrid y Universidad de Harvard, España y EEUU. Director de la Plataforma Española de la Misión de Ciudades (citiES 2030).
  • Nieuwenhuijsen, Mark. Profesor de investigación, Institute of Global Health (ISGlobal). 
  • Minguillón Bengochea, MªCruz. Científica Titular, Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA), CSIC.
  • Moreno Pérez, Teresa. Profesora de Investigación y Directora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA), CSIC. Coordinadora de la Plataforma Temática Interdisciplinar de movilidad (PTI Mobility) del CSIC.  
  • Oltra Algado, Christian. Investigador titular, Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas. 
  • Querol Carceller, Xavier. Profesor de Investigación, Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua CSIC, España. Miembro de grupos de trabajo sobre calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud, Suiza.
  • Ramasco Sukia, Jose Javier. Profesor de investigación, Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos del CSIC. Coordinador de la Plataforma Temática Interdisciplinar de movilidad (PTI Mobility) del CSIC.  
  • Robusté Antón, Francesc. Catedrático de Transporte, Universidad Politécnica de Cataluña.

Método de elaboración

Los Informes C son documentos breves sobre los temas seleccionados por la Mesa del Congreso que contextualizan y resumen la evidencia científica disponible para el tema de análisis. Además, recogen las áreas de consenso, disenso, las incógnitas y los debates en curso. El proceso de elaboración de los informes se basa en una exhaustiva revisión bibliográfica que se complementa con entrevistas a personas expertas en la materia y dos rondas de revisión posterior por su parte. La Oficina C colabora con la Dirección de Documentación, Biblioteca y Archivo del Congreso de los Diputados en este proceso.

Para la redacción del presente informe la Oficina C ha referenciado 530 documentos y consultado a un total de 21 personas expertas en la materia. Se trata de un grupo multidisciplinar en el que el 43 % se agrupa en torno a ciencias de la vida (medicina, geología, química, farmacia, biología, ciencias e ingeniería medioambientales), el 48 % pertenece a ciencias físicas e ingeniería (ingeniería química, industrial y del medio ambiente, de caminos canales y puertos, físicas) y el 10 % a ciencias sociales (sociología, ciencia política y administración pública). El 57 % trabaja en centros o instituciones españolas mientras que el 43 % está afiliado al menos a una institución en el extranjero.

La Oficina C es la responsable editorial de este informe.

Cómo citar

Oficina de Ciencia y Tecnología del Congreso de los Diputados (Oficina C). Informe C: Calidad del aire: avances y mejores prácticas. (2023) www.doi.org/10.57952/h3ye-1663

Archivado como

Calidad del aire: avances y mejores prácticas